Entre los cactus de la Capital Indígena de Colombia
UN ANILLO DE COMPROMISO POR TREINTA CHIVOS
Un municipio que parece una nación independiente,la gran nación Wayúu, hace parte del departamento de la Guajira, Colombia. Esta región - ubicada a 95 Kilómetros de Riohacha- está adornada de mantas, mochilas, chinchorros y bellos paisajes, pues el 90% de Indígenas Wayúu son sus pobladores. Y esta es Uribía, una tierra invadida por miles de chivos, animales que se convierten en capital importante para el hombre indígena.
Uribía, reconocida como la capital indígena de Colombia, fue fundada el primero de Marzo de 1935, por el capitán Eduardo Londoño Villegas. El pueblo ostenta orgullosamente el nombre del líder y mártir de la Democracia Colombiana, el General Rafael Uribe Uribe. Por tanto, la antigua Ranchería de “Chitki” se denominó “Uribía”, en honor al general.
Los Comunidad indígena Wayúu es una etnia prehispánica. Y así como la planta más representativa de esta tierra desértica, el cactus, no concibe un acercamiento por sus filudas espinas, los Wayúu, gente resistente y guerrera, no permitieron que los españoles tocaran sus pieles. Fue cuando en el Siglo XVI, estos hombres de poder no lograron colonizar esta región gracias al carácter indomable de los habitantes de ese entonces.
Los Wayúu habitan en la Península de la Guajira, que hace parte de Colombia y Venezuela, razón por la que ellos se sienten pertenecientes a las dos nacionalidades, colombovenezolanos. El requisito para el paso de Venezuela o, en su defecto, a Colombia es, simplemente, el conocimiento de la Lengua Wayuunaiki.
Es por esto, que placas venezolanas de lujosos carros conforman el paisaje visual de Uribía. Pues, a sus pobladores no se les exige ningún permiso especial para manejar estos vehículos, siempre y cuando se mantengan dentro del mismo municipio. Paradójicamente, el recursivo medio de transporte, para los que no poseen su propio automóvil, es el “bici-taxi”. Una bicicleta, donde se le ha acomodado una especie de carruaje con sillas para los pasajeros, es manejada por los hombres Uribieros. Transporte que además de contribuir con el medio ambiente, se convierte, también, en una fuente de empleo para los que no poseen grandes riquezas.
Uribía, tierra de chivos
Recorrer el departamento de la Guajira es rodear tierras desérticas y áridas acompañadas, sin embargo, por cactus y manadas de chivos. En Uribía, identificada por tener el mayor número de habitantes indígenas en Colombia, los chivos representan, más que un capital económico, el futuro familiar del hombre Wayúu, además de su hombría y virilidad.
Tanto la gastronomía como la economía dependen también, en gran medida, de estos animales, resistentes a las zonas secas. Estas son bestias que ayudan al indio a su supervivencia en general. Además de la pesca en las zonas costeras, como en el Cabo de la Vela, y la extracción de sal en Manaure.
Algo parecido a la costumbre de los años 40, donde el hombre tenía el poder de elegir a su mujer ante el padre de la misma, los hombres Wayúu tienen el poder de “cazar” a su mujer mediante una entrega de dotes; que no es precisamente un anillo de compromiso, sino una cantidad aproximada de 30 chivos, joyas y dinero; a la familia de la comprometida.
Así como en Yemen- África, dentro de la cultura Wayúu se permite la poligamia. Es decir, al hombre Wayuu se le permite tener más de una mujer, siempre y cuando las pueda mantener. Por el contrario, si una indígena Wayuu es infiel o pierde su virginidad antes del matrimonio se le castiga cortando su larga y lacia cabellera.
“Mi tío, con mucha solvencia económica y de buen prestigio social, tiene seis mujeres, todas bien mantenidas”, asegura René Lindarte, abogado y miembro del Centro Cultural de Uribía. Sin embargo, para René, ésta no es una cultura machista, pues la mujer juega un papel muy importante dentro de la comunidad. El sistema social se basa en la preponderancia de la autoridad materna, el matriarcado. Por lo que, el tío materno es quién resuelve los problemas familiares.
La gran nación Wayúu
Es esta población indígena la que parece tener una propia nación. Su fortaleza, resistencia y perseverancia ha hecho que los indígenas conserven un sistema social autóctono. “La sociedad Wayúu es muy completa, ya que posee su propia lengua, su propio sistema normativo y comercial. Además, crea sus propios mitos, instrumentos musicales, cantos, juegos y danzas”, asevera Edden Valencia, poeta de la comunidad.
Uribía posee 21 corregimientos con sus rancherías, distantes unas de otras, que son conformadas por un conjunto de ranchos, donde habitan indígenas del mismo clan familiar. “Cada clan posee, por lo menos, un medico tradicional, con la capacidad de sanar a sus familias por medio de ritos espirituales y el uso de plantas naturales”, afirma Andrés Urariyu, miembro de la academia de danza Wayúu.
La Yonna es la danza especial Wayúu, se baila cuando se quiere difundir una manifestación social. El caso más popular se da cuando la niña Wayúu se convierte en una mujer. Mujer que es encerrada por seis meses, con el fin de que su madre y abuela le enseñen los quehaceres, infaltables, del hogar. Después de su proceso de aprendizaje, la mujer es capaz de sostener un hogar, pues ha aprendido a tejer diferentes utensilios, que se convierten en una fuente económica de la mujer Wayúu.
Los muertos son símbolo de mucho respeto. El fallecido permanece en su casa, sobre un chinchorro, donde es velado por nueve días. Por ninguna razón se permite tocar o manipular al muerto, por lo que nunca se le hace una necropsia. Durante esos nueve días se atienden a los visitantes con comidas y bebidas de la región. No hay cantos especiales para estas ocasiones. En el entierro sólo se escucha el llanto de la mujer, el hombre no llora. Para los Wayúu, las almas se hospedan en Jepirra o piedra sagrada, ubicada en el Cabo de la Vela. Allí es donde logran descansar eternamente, con Maleiva, el creador de todas las cosas.
Los sueños son, también, evocaciones trascendentales para la cultura. “Para ustedes un sueño es simplemente eso, para nosotros es algo sagrado, momento en que nuestro Dios nos revela el futuro”, afirma René.
Los palabreros, jueces de la comunidad
La comunidad tiene total autonomía, tanta es ésta que los indígenas poseen su propio juez. El Pütchipu'ü o Palabrero es un juez de la región, quien, por medio de sistemas conciliatorios, logra solucionar toda clase de problemas, desde un homicidio hasta un conflicto familiar.
Este personaje debe conocer a plenitud sobre la cultura indígena Wayúu, debido a que es éste el abogado de su comunidad. Su sabiduría se transmite de generación en generación y gana credibilidad entre más casos logre resolver. En resumidas cuentas, el sistema normativo Wayúu gira alrededor del Palabrero.
Es tan importante el papel del palabrero, que el Ministerio de Cultura lo declaró, en Octubre de 2010, “Patrimonio Intangible de la Humanidad”.
“Festival de la Cultura Wayúu”
Como medicina preventiva para la desaparición de la cultura, en Uribía, nace el gran Festival Wayúu. Con el fin, de dar a conocer la riqueza folclórica, artesanal y cultural de la comunidad. Y así demostrar, de esta manera, que son capaces de subsistir en armonía con las diferentes expresiones étnicas.
En 1985 se configuró el primer festival, donde incentivaron el rescate y la preservación del grupo indígena más numeroso de Colombia. Desde ese entonces, se realiza anualmente dicha celebración que demuestra la autenticidad del pueblo. Tan significativo es el Festival que logró, en 1996, que la Asamblea Departamental de la Guajira lo declarara “Patrimonio Cultural del Departamento”. Pues, a través de este evento, el Wayúu refleja lo que ha sido, lo que es y lo que quiere seguir siendo.
Identidad y autenticidad
La historia dice que estos lindos indígenas fueron los primeros pobladores de Colombia. El Wayúu fue y sigue siendo un ser impenetrable, razón por la cual conservan sus costumbres primitivas.
A pesar de que los Wayúu tengan la amenaza del occidentalismo, éstos no abandonan sus valores ancestrales de la cultura. Se determinan por esa resistencia ante la identidad, que se transmite de manera oral a través de los ancianos, seres sabios de la comunidad.
Y esto es tan solo una pincelada de la historia de uno de los pueblos indígenas más desconocidos por Colombia. Para los Wayúu, así como para la comunidad palenquera, su pobreza material se equilibra con su gran riqueza cultural y espiritual.